Lucía es mamá de Diego y además trabaja. Todos los días salen de casa a las seis de la mañana y lo deja con su suegra, quien lo lleva a la escuela, va por él, elige qué y cómo debe comer, supervisa que se cambie el uniforme y haga la tarea, después lo pone a ver la televisión. Más tarde, Lucía lo recoge y escucha un breve informe de lo que hicieron. Regresan a casa, cenan, alistan lo del día siguiente y duermen.
Curiosamente, el niño llama a su abuela “mamá o mamá ita” y Lucía trata de aclararle que no es su madre, pero ante el reproche o silencio incómodo, opta por aprobarlo, sentirse culpable e injusta, ¿te suena?
Actualmente las condiciones de vida han cambiado la estructura familiar, es más común ver a los papás con niños en brazos a las cinco o seis de la mañana camino a la guardería que la escena de la mamá haciendo la tarea con su hijo.
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Vigila tu rol
Aunque deseamos estar presentes de alguna forma en su cuidado y educación, nos enfrentarnos a frases que terminan por descalificar nuestros esfuerzos e intentos por asumir el compromiso, por ejemplo: “Así no le gusta el huevo, yo se lo preparo de tal forma y le encanta” o “Te voy a enseñar cómo doblarle las calcetas, se ven mejor”.
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Ceder tu rol es como dejar que la maestra decida qué corte de pelo y vestido debe usar, por eso “cada cosa en su cajón”. Te pueden ayudar y hacerlo con la mejor disposición e intención, lo cual es indiscutible, pero las decisiones y los problemas deben consultarse siempre con los padres porque es su responsabilidad.
Recomendaciones para no perder la autoridad
Los papás tienen la obligación y derecho de elegir las formas sobre la educación que el niño reciba, mientras que el cuidador debe mantenerlos informados en todo momento, pero sin sentirse utilizado o abusado. A ciertas abuelas les cuesta trabajo asumir ese papel, pero el que se lleva gran parte de la confusión es quien más quieres y menos culpa tiene: tu hijo.
Para que puedas ejercer el compromiso y la seguridad de tus decisiones respecto a su cuidado:
- Aclara tu postura y el problema
- Platica con tu pareja. Hazle saber tus inquietudes y sentimientos. Busquen el tiempo y palabras adecuadas para hablar con la abuela, tía, amiga o nana. Es importante que ambos estén de acuerdo y mantengan la misma postura
- Reconoce y agradece. Valora el apoyo que recibes, seguramente es con las mejores intenciones. Recuerda que gracias a ella, tú puedes seguir trabajando y a veces disfrutar de ciertos espacios. Con esto, tendrás una mejor visión sobre los cambios que solicitas
- Habla a tiempo. Todo es válido siempre y cuando sea con un tono cordial y en el momento idóneo. Sugiere y aclara un malentendido antes de que sea demasiado tarde; en ocasiones dejamos pasar nuestras incomodidades o desacuerdos porque creemos que no son para tanto
- Dedícale tiempo y espacio. Busca momentos que compensen el tiempo que estás fuera
- Consulta a un especialista. Si después de intentar lo anterior, no ves un cambio favorable, es importante que solicites ayuda. Antes de tomar decisiones drásticas como evitar que vea a la persona que está a cargo de él, consulta a un profesional y encuentren la mejor alternativa para el niño